Labas! (¡Hola!. lt) Irse solo a vivir lejos de casa puede asustar, de hecho asusta y mucho; y más en un lugar donde ni siquiera hablan tu idioma y no se parece en lo más mínimo a lo que solías conocer. No me ha costado adaptarme a Rïga, (salvo el frío) de hecho en unas dos semanas creí conocerlo todo sobre Casco Histórico, aunque Letonia es mucho más que Rïga. A las semanas de vivir en Rïga, ya todo resulta conocido. Los monumentos, las catedrales, la tiendas, el trabajo, la empresa… Realmente la ciudad no es tan grande y prácticamente todo queda cerca y puedes ir caminando, a pocos minutos en bici o en una guagua o tranvía. ¿Y qué es lo mejor que puedes hacer cuando una ciudad se te queda pequeña? ¡Pues irte a otra! “Sólo la renovación puede mantener, el que se queda parado, se retrasa.” Un finde decidí pasarme por el país vecino, Lituania, en un viaje de 4:30h en guagua saliendo de la estación de Rïga a las 2:30am el 6 de Mayo, volviendo el mismo día a las 18:30. Lituania me muestra una cara más amable con respecto a la arquitectura que la capital letona, con sus múltiples edificios góticos. Sus encantadoras casitas de madera a la entrada del país me alejan un poco de las soviéticas casas de Rïga y sus afueras. Sus paisajes verdes y preciosos amaneceres no me dejaron dormir en todo el trayecto (además ya empieza a amanecer a las 4:15 am aprox. ya que se están acercando los meses más calurosos, y pronto ya sólo habrá sólo 6 horas de oscuridad por la noche.) Al llegar apenas había gente en la calle y los supermercados apenas estaban abriendo, así que decidimos recorrer las calles de Old Town aprovechando que no había demasiada gente, ya que de por sí Vilna es una ciudad muy animada, repleta de terrazas, bares etc. Aunque si vas a Vilna, lo que más vas a encontrar son iglesias y catedrales la mayoría católicas y protestantes, lo que da muestra del fuerte carácter religioso de la ciudad. Continuamos hacia la catedral y la torre para después llegar a la colina de las tres cruces que sube desde el río Neris y observar desde allí la torre de Gediminas (cuya zona está siendo reparada y no se puede subir hasta allí), y disfrutar una panorámica de toda la ciudad. Más tarde pasamos por la preciosa Iglesia de San Pedro y San Pablo, que aunque no impresiona demasiado a primera vista, al entrar al interior y observar su estilo barroco te deja boquiabierto. Continuamos hacia uno de los mercadillos locales donde pudimos degustar un dulce típico, Sakotis, que es una especie de pastel de capas. Cuando se corta se ven los anillos característicos que le dan su nombre y traducido literalmente sería "pastel de árbol", por la forma que tiene. Puede estar cubierta de chocolate y otras decoraciones, aunque la más común es la tradicional. Para ser franca, nada tiene que envidiarle el Mercado de Rïga a los mercados de Vilna, en Rïga se encuentra el Mercado más grande y moderno de los países bálticos, vendiendo siempre productos frescos de los granjeros y productores de Letonia, aparte de diversos souvenirs y productos típicos como Chucrut, Kvass, joyas de ámbar, lampreas fritas y un largo etc. Más tarde nos dimos un paseo por la zona más moderna de Vilna, llena de centros comerciales, bancos y un descampado enorme en el que, al igual que muchos de los lugareños nos tumbamos a disfrutar del sol. La verdad es que es la primera vez que podemos disfrutar de un tiempo tan bueno en estos fríos meses y esos 19 ºC vienen de perlas. Posteriormente dimos un paseo por la avenida principal mientras nos tomamos un helado y seguimos sumando iglesias a nuestra visita hasta llegar a un encantador parque con pequeñas lagunas y un riachuelo y cruzamos el callejón de la literatura. Después de un largo día sin apenas dormir volvemos a las 18:00 a la estación para regresar a nuestro hogar en Rïga con el sabor agridulce que se te queda al viajar con la sensación de no haberlo visto todo, aún así, me alegro de haber conocido este país báltico el cual realmente ignoraba y que no pensé que me fuera a gustar tanto. Susipažink su jumis vėliau! (¡Hasta luego!. lt) |